La tabla del cinco.

Había una vez una pequeña niña, cuyo nombre no se sabe, que amaba la Navidad. Un día, mientras al lado de su familia decoraba su casa para la ocación, su mamá decidió poner música navideña. De pronto, la voz de Mariah Carey inundó la casa. La niña sintió el odio subir por su columna y erizar su cabello. Sus ojos se tornaron oscuros, tomó la estrella que iría en la punta del arbol y la insertó en el cuello de su madre. Después de eso ahorcó al resto de su familia con el cable de las luces, y metió al perro en el horno caliente. La navidad se arruinó, y todos se murieron.

Todo por culpa de esa terrible voz en su cabeza que parece gritar "¡Mata a tu familia, ahora!". Esta historia es cierta, por eso la reenvié a 50 personas antes de pasar diez minutos. Pero mi preocupación es más grande. Quiero salvar el mundo de Mariah Carey y Luis Miguel. Así que, desde el fondo de mi corazón, les dejo un par de regalos para aquellos que, como yo, aman la Navidad casi tanto como odian escuchar las mismas cursis y espantosas versiones navideñas una y otra y otra vez. Disfrúten sus fiestas y sean felices. De nada.